La Pastoral
Penitenciaria
El autor de la carta a los Hebreos dice: “acordaos de los presos como si estuvierais con ellos encarcelados” (Heb 13, 3). La Iglesia, fiel al programa del Evangelio de Jesús: “Estuve en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 36), ha aportado desde los primeros tiempos una pastoral de presencia, acompañamiento, ayuda, dedicación a las personas privadas de libertad y a sus familias.
Las personas encarceladas son uno de los ámbitos privilegiados para toparnos con el Dios del Evangelio, ya que en su fragilidad se manifiesta y encarna más ampliamente la misericordia de Dios, posibilitando el perdón. La comunidad eclesial, alimentándose de la misericordia divina, ha de hacer suyas las miserias y carencias de estas personas para pasarlas por el corazón de Dios y llenarlas de libertad. Ojalá que cuantos nos sentimos Iglesia descabalguemos nuestra comodidad y prejuicios, implicándonos en el dolor de las víctimas y agresores, hasta llegar a transformar el lento tiempo de la cárcel en tiempo de Dios, en tiempo de gracia y misericordia.